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Fin al CAE: cuando la persistencia estudiantil se convierte en conquista social

Fin al CAE cuando la persistencia estudiantil se convierte en conquista social

La noticia de la aprobación en la Cámara de Diputadas y Diputados del proyecto que pone fin al Crédito con Aval del Estado (CAE) no es un hecho cualquiera. Para quienes fuimos parte del movimiento estudiantil, que pusimos el cuerpo, la voz y los sueños en las calles, esta votación es una señal de justicia y memoria. Es el reconocimiento a una lucha larga, colectiva, intergeneracional, que marcó a todo un país. Como no olvidar y dejar correr el recuerdo, de conversaciones con mi padre sobre cómo se endeudaron para poder anhelar una vida mejor.

Fui parte de ese proceso. Fui testigo de cómo compañeras y compañeros se levantaban contra un modelo que nos condenaba a endeudarnos para poder estudiar. Vi el miedo y la rabia de miles de familias, y de mi familia que no sabían si podrían pagar la deuda heredada. Y también fui parte de la convicción de que no nos podían seguir vendiendo la educación como un privilegio.

El CAE, instaurado en 2006 tuvo la promesa de ampliar el acceso, pero terminó siendo un negocio redondo para la banca privada. Mientras las universidades se llenaban de estudiantes endeudados, los bancos se llenaban de utilidades. Fue entonces, cuando las y los estudiantes secundarios de la “Revolución Pingüina” alzamos la voz. Luego en 2011, las y los universitarios multiplicamos esa fuerza en una ola de movilización, que cambió la historia política de Chile.

Nada de esto fue fácil. Cada marcha, cada toma, cada represión, cada madrugada en asambleas interminables, nos enseñó que los cambios estructurales no se consiguen de un día para otro. Que la política real nace del movimiento social, de esa organización que no se rinde ni siquiera cuando le cierran las puertas del poder.

Con la aprobación del fin al CAE, en la Cámara de Diputadas y Diputados, damos un paso que parecía imposible hace años. Falta aún la aprobación en el Senado, para tener un modelo de financiamiento, que garantice que la educación sea un derecho social.

Este triunfo no pertenece ni a un gobierno ni al Congreso. Pertenece a la memoria de quienes lucharon. El fin del CAE es, ante todo la victoria de un movimiento estudiantil que nunca dejó de creer en la fuerza transformadora de la organización. Aún queda mucho por conquistar, para que cada derecho ganado se defiende con la misma convicción que nos llevó a marchar bajo la lluvia, con cacerolas, lienzos y esperanza.

Para Amelia mi hija y para todas las niñas, niños adolescentes y jóvenes, el mensaje es que esta historia debe continuar. Los movimientos sociales buscan el bien común, mayor dignidad y justicia social, para que todas y todos seamos tratados con respeto y equidad, con igualdad de oportunidades y disfrutando derechos humanos universales.

 

Marily Escobar Oviedo.
Exdirigente estudiantil, madre y Profesora

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